Normas de Lectores
Oficina del Culto Divino – Arquidiócesis de Los Ángeles
Actualizada en Abril de 2021
INTRODUCCION
Cuando se leen las sagradas Escrituras en la Iglesia, Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en su palabra, anuncia el Evangelio. Por lo tanto, las lecturas de la Palabra de Dios son un elemento de gran importancia en la liturgia s(IGMR 29, 55).
Es profundo el vínculo entre la Sagrada Escritura y la fe de los creyentes. Porque la fe proviene de la escucha y la escucha está centrada en la palabra de Cristo (cf. Rm 10,17), la invitación que surge es la urgencia y la importancia que los creyentes tienen que dar a la escucha de la Palabra del Señor tanto en la acción litúrgica como en la oración y la reflexión personal.(Aperuit Illis 7).
La Oficina del Culto Divino ha preparado las siguientes normas para los Lectores. Estas normas se aplican a los que ministran durante la misa dominical, así como otras celebraciones litúrgicas.
El propósito de estas normas es proporcionar observaciones y principios sobre este importante ministerio litúrgico de la Iglesia. Estas normas definen la intención del derecho litúrgico en relación con el anuncio de la Palabra, las exigencias de una práctica litúrgica adecuada y las expectativas de la Iglesia universal y local.
Es muy recomendable que los lectores de cada comunidad se reúnan regularmente para estudiar los aspectos teológicos, así como prácticos y espirituales de su ministerio. Estas disposiciones liturgicas podrían servir como material adecuado para el estudio en dichas reuniones.
MINISTROS DE LA PALABRA
1. Según la tradición, el servicio de proclamar las lecturas no es presidencial, sino ministerial. Por consiguiente, que las lecturas sean proclamadas por un lector; en cambio, que el diácono, o estando este ausente, otro sacerdote, anuncie el Evangelio. Sin embargo, si no está presente un diácono u otro sacerdote, corresponde al mismo sacerdote celebrante leer el Evangelio; y si no se encuentra presente otro lector idóneo, el sacerdote celebrante proclamará también las lecturas.(IGMR #59).
Se recomienda la participacion de dos lectores, uno por cada lectura. La comunidad parroquial debe esforzarse por tener suficientes lectores capacitados para cumplir con este objetivo (Introducción al Leccionario para la misa #52). Una sola lectura por lector, excepto en el caso expresado del canto o la lectura de la Pasión del Señor. En otras palabras, no debe dividirse una lectura entre otro o más lectores (IGMR 99, 109).
El lector no debe ejercer normalmente otro ministerio litúrgico durante la misma misa.
2. El Evangelio es proclamado normalmente por el diácono. A falta de un diácono, el sacerdote proclama el Evangelio. En concelebraciones, otro que no sea el celebrante presidente proclama el Evangelio. (Introducción al Leccionario para la misa #49, 50; IGMR #59).
3. La Oración Universal (Intercesión General) es leída por el diácono, el lector, el cantor, o alguien más (Introducción al Leccionario para la misa #53; IGMR 71). Los anuncios y/o cualquier comentario durante la celebración son leídos por los lectores o por otra persona, pero no desde el ambón.
PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA
4. El anuncio de la Palabra de Dios es verdaderamente un ministerio en la Iglesia. Los lectores llevan la Palabra viva de Dios a la asamblea litúrgica. Dentro y a través de ellos Dios habla a los fieles reunidos. El ministerio de la Palabra, por lo tanto, es tratado seriamente y con gran dignidad.
5. La Palabra de Dios no se lee simplemente durante la liturgia. Se proclama. La proclamación efectiva implica la entrega del mensaje con claridad, convicción y ritmo apropiado. La proclamación es un ministerio especial que presupone fe y también despierta fe en aquellos que escuchan proclamar la Palabra.
6. Idealmente, los fieles, en la celebración de la Misa, han de escuchar la Palabra de Dios y no leer de algun material durante su proclamación. En el acto de la escucha comunitaria, los fieles experimentan no sólo la unidad entre ellos, sino también la presencia de Cristo a través de la Palabra. (Introducción al Leccionario para la misa #45).
No debería haber folletos para que la asamblea siga las lecturas, aunque puede haber misales dominicales para los discapacitados auditivos y para aquellos cuyo idioma es diferente al utilizado en la misa.
Escuchar no es un momento aislado. Es una forma de vida. Significa apertura a la voz del Señor no sólo en las Escrituras, sino en los acontecimientos de nuestra vida cotidiana y en la experiencia de nuestros hermanos y hermanas. No es sólo mi escucha, sino nuestra escucha juntos por la palabra del Señor a la comunidad (Cumplida en su Audiencia: La Homilía en la Asamblea Dominical #20 Conferencia Nacional de Obispos Católicos).
REQUISITOS
7. Todos los ministros litúrgicos, especialmente los ministros de la Palabra deben estar debidamente capacitados para su ministerio. El ministerio de la Palabra requiere habilidad en la lectura pública, conocimiento de los principios de la liturgia y comprensión y amor de las Escrituras. Un conocimiento básico de la Biblia, leccionario para la misa, y la liturgia de la Palabra, así como las habilidades necesarias de proclamación oral son requisitos esenciales adicionales. Un conocimiento básico de la Sagrada Escritura incluye: el plan de salvación, la organización de los libros de la Biblia, así como la variedad de géneros y formas literarias de sus libros. Algunas de las habilidades de proclamación oral incluyen: contacto visual, enunciación, dicción, inflexión, ritmo, proyección y pronunciación.
Los cursos de formación de lectores en formación básica de lectores se ofrecen a través de la Oficina Arquidiocesana para el Culto Divino. Póngase en contacto con la Oficina para el Culto Divino para obtener más detalles sobre la certificación de lector.
Normalmente, sólo los lectores debidamente entrenados y comisionados sirven en la misa (Introducción al Leccionario de la Misa #55). Idealmente, las lecturas en bodas, funerales, y otras celebraciones liturgicas son proclamadas por los lectores de la parroquia que han sido debidamente entrenados. Sin embargo, por razones pastorales, los familiares o amigos pueden llevar a cabo este ministerio. La parroquia debe proporcionar asistencia y guía para que la Palabra de Dios sea proclamada con claridad y dignidad. La lectura de las Escrituras y la Oración Universal (Intercesión General) durante la celebración de la Misa en la Iglesia Católica debe ser realizada por los católicos. En ocasiones excepcionales y por una causa justa, el Arzobispo puede permitir que una persona bautizada pero que no es católico asista a la tarea de lector (ED 133, cf. CDW, Lectores no católicos en la misa).
8. Los lectores deben estar plenamente iniciados (bautizado, primera comunión y confirmado), católicos practicantes cuyas vidas son testigos de la Palabra que proclaman. Además, poseen la madurez humana esperada de aquellos llamados a servir en la comunidad cristiana. En ocasiones especiales y por razones pastorales, un joven que aún no está completamente iniciado (es decir, aún no confirmado) puede servir como lector durante una liturgia. Se espera una formación adecuada para este ministerio.
9. Normalmente, los lectores son comisionados por su pastor para su ministerio en su parroquia particular, preferiblemente durante una misa dominical. El rito de comisiones se encuentra en el Bendicional [Capítulo V, p. 177]. Es la responsabilidad del pastor, capellán o su delegado determinar la idoneidad de los candidatos que ejercerán este ministerio antes de que sean comisionados.
10. Los lectores ya comisionados y con experiencia deben continuar participando anualmente en programas de enriquecimiento, tales como clases de enriquecimiento para lectores ofrecidas por la Oficina del Culto Divino, cursos de estudio bíblico, Instituto Bíblico y otros talleres sobre escritura y / o técnicas de proclamación.
PREPARACION
11. Para que el servicio de la Palabra pueda ser efectivo, se espera que todos los lectores estén preparados para su ministerio. La preparación debe ser espiritual, bíblica y práctica. La preparación espiritual implica la oración sobre el texto y la reflexión en su mensaje. La preparación de las Escrituras implica entender el texto e interpretarlo lo suficiente como para evocar una respuesta de la asamblea. La preparación práctica implica un conocimiento correcto de la lectura bíblica que debe proclamarse, dominar palabras difíciles, aprender las pronunciaciones correctas y practicar la entrega del texto en voz alta, idealmente en presencia de alguien que es capaz de criticar la proclamación. Es inaceptable precipitarse en la sacristía justo antes de la misa para "mirar las lecturas” (Introducción al Leccionario de la Misa #55).
La forma de pronunciar los diferentes textos
" En los textos que han de pronunciarse en voz alta y clara, sea por el sacerdote o por el diácono, o por el lector, o por todos, la voz debe responder a la índole del respectivo texto, según éste sea una lectura, oración, monición, aclamación o canto; como también a la forma de la celebración y de la solemnidad de la asamblea. Además, téngase en cuenta la índole de las diversas lenguas y la naturaleza de los pueblos. " (IGMR 38).
Las lecturas para todos los domingos y días laborables del año litúrgico se pueden encontrar en el sitio web de la Conferencia Católica de Obispos de los Estados Unidos en: www.usccb.org.
12. También se espera una preparación inmediata de todos los lectores. Esto requiere llegar al menos 15 minutos antes de la liturgia, localizar las lecturas en el Leccionario, organizar el micrófono, asegurarse de que el sistema de sonido funciona correctamente, y atender cualquier otro deber según lo requiera la parroquia. Si los lectores van a leer las peticiones de las Intercesión Generales, éstas deben ser revisadas antes de que comience la liturgia.
LENGUAJE INCLUSIVO
13. En los últimos años se ha fomentado la sensibilidad al lenguaje inclusivo en la liturgia. Sin embargo, es importante señalar que el lector no está en libertad de cambiar los textos de oración y escritura aprobados para la liturgia.
En la preparación de otros textos, como las Intercesiones Generales o comentarios de cualquier tipo, siempre se utiliza un lenguaje inclusivo.
SÍMBOLOS EN LA LITURGIA DE LA PALABRA
14. Dios habla a la comunidad de fe en el culto a través de personas, acciones y objetos. Para garantizar la eficacia pastoral de la Liturgia de la Palabra, es importante prestar plena atención a estos símbolos. Los símbolos que son parte integral de cualquier celebración de la Palabra son: los lectores, los libros, el ambón y las procesiones. Una breve palabra sobre cada uno de ellos está en orden.
15. Los lectores son adoradores de la asamblea y se espera que participen en toda la liturgia. Es inapropiado que un lector participe activamente sólo en la Liturgia de la Palabra. Se espera que el lector, como miembro bautizado de la asamblea litúrgica, participe plenamente en la misa tanto en beneficio de sí mismo como ejemplo para los demás.
16. Las Escrituras para la misa se encuentran en el Leccionario y en el Evangelario. Ambos están disponibles en libros permanentes, dignos y bellamente encuadernados, con una gran impresión para facilitar la proclamación. Deben ser tratados con cuidado y reverencia. el Leccionario y el Evangelario pueden ser puestos en hermosas portadas. Las lecturas siempre se proclaman a partir de estos libros litúrgicos, y nunca de un misal o foyeto, ambos transitorios y hechos de materiales desechados. Esta directiva se aplica también a la celebración del matrimonio y los funerales.
Hay tres volúmenes del leccionario actual: volumen I para los domingos, dias feriados, y entre semana desde Adviento hasta Pentecostes. El volumen II incluye los domingos, dias sactorales y feriales, y lecturas para entre semana del tiempo ordinario. El volumen III incluye las lecturas para misas rituales y votivas para diversas necesidades y ocasiones. El Evangelario está contenido en un gran volumen.
17. El ambón es un símbolo de la presencia de la Palabra de Dios, al mismo tiempo que el altar es un símbolo del sacramento de la Eucaristía. La Liturgia de la Palabra tiene lugar en el ambón, siempre un lugar permanente, solemne, digno y prominente. Las velas y otros elementos decorativos se pueden colocar a su alrededor, pero sin oscurecer el ambón. El ambón debe utilizarse para la Palabra proclamada, las lecturas, el salmo responsorial, el Evangelio, la Homilía y la Oración Universal. El atril se usa para el cantor y los anuncios. Todas las lecturas de las Escrituras tienenlugar en el ambón, incluido el salmo, ya sea cantado o hablado (Introducción al Leccionario de la Misa #31, pág. 33).
ACCIÓN RITUAL
18. Entre las acciones de la Liturgia de la Palabra, las procesiones son importantes. Los lectores participarán en la procesión de entrada. Caminan inmediatamente frente al diacono o el sacerdote y detrás de los servidores del altar (monaguillos). El diácono o en su ausencia uno de los lectores lleva solemnemente el Evangelario cerrado, de sosteniéndolo con las manos levantadas para que se muestre a la asamblea y lo coloca plano en el altar. El Leccionario nunca se lleva en procesión, sino que se coloca en el ambón antes de que comience la misa (IGMR #120, 128, 172, 194).
Es recomendable que todos los miembros de la procesión se unan activamente al canto de entrada.
19. Cuando el Evangelario es llevado en procesión por un lector no hay otro gesto hecho por el lector como una genuflección. El lector va inmediatamente al altar, sin un acto de revencia, y coloca el Evangelario sobre el altar, dejando espacio suficiente para que el sacerdote celebrante venere el altar. Después de que el Evangelario se haya colocado sobre el altar, el lector se inclina profundamente (acto de reverencia) ante el altar y luego toma un lugar en la nave.
Si no lleva nada, el lector simplemente camina con las manos a sus lados y hace una reverencia al altar antes de ir a su asiento (IGMR #173, 195).
Todos los movimientos de la liturgia se realizan con dignidad y gracia; nunca se apresuran (IGMR 42).
20. Dado que los lectores forman parte de la comunidad de culto, lo más apropiado es que se sienten en la asamblea en un lugar que le dé fácil acceso al ambón, y se presenten desde allí para proclamar las lecturas.
21. En el momento de la liturgia de la Palabra, después del Amén de la Colecta, procesa el lector (o lectores y salmistas) hacia el santuario, se inclinan profundamente ante el altar, y se mueven al ambón. El lector se acerca al ambón lentamente y con reverencia. Al acercarse al ambón para proclamar la lectura, el lector no debe llevar un misal o hoja de papel. El Leccionario siempre debe estar cuidadosamente preparado en el ambón antes de la misa.
El lector se detiene antes de comenzar la primera lectura mientras la asamblea se está sentando. La lectura se anuncia utilizando sólo el texto introductorio dado en el Leccionario “lectura de...". La designación de lectura "Primera Lectura;" "Segunda Lectura" no se lee, ni el superíndice está escrito por encima de la lectura en sí. Después de una breve pausa, el lector proclama la Palabra de Dios con un tono de voz y de una manera que corresponde al género y la forma literaria de la Sagrada Escritura.
Al final de la lectura, el lector hace una pausa y sin hacer ningún gesto de mano o brazo ni levantar el Leccionario entonces dice: “Palabra de Dios". A continuación, el lector permanece en su lugar durante un período de silencio antes de salir del ambón (IGMR #128, 130; Introducción al Leccionario de la Misa #28).
El primer lector vuelve a su asiento después de la lectura y antes de que se entone el Salmo. El segundo lector se acerca al ambón después del Salmo y regresa a su asiento antes de la Proclamación del Evangelio, después de permitir un período de silencio, como se describió anteriormente.
Cuando sólo un lector proclama ambas lecturas, se sienta durante el canto del Salmo. Todos los movimientos de la liturgia se realizan con dignidad y gracia; nunca se apresuran.
22. Después de la segunda lectura y la pausa que la acompaña, todos se levantan en el canto de la Aclamación Antes del Envangelio. Durante ese tiempo, el diácono o sacerdote lleva el Evangelario desde el altar hasta el ambón en procesión. Puede estar acompañado de acólitos y el turiferario. La procesión evangélica es una importante acción ritual en la Liturgia de la Palabra.
Todos permanecen de pie para el Evangelio. La postura de estar de pie pone de relieve el hecho de que la lectura evangélica goza de un lugar preeminente entre las lecturas de las Escrituras.
El incienso puede utilizarse en la Liturgia de la Palabra. Cuando se utiliza incienso, lo hacen despues que el pueblo aclama: Gloria a ti, Señor y antes de que se proclame el Evangelio.
(IGMR # 134).
23. La Oración Universal es leida desde la silla por el celebrante presidente y anunciada por el diácono, o en su ausencia por el lector u otro ministro. Las intercesiones podrán anunciarse en el ambón o desde otro lugar adecuado, como un atril o del lugar del cantor (Introducción al Leccionario de la Misa #31, 33, 53).
La persona que anuncia las intercesiones permanecen en su lugar hasta que el celebrante presidente ha concluido la oración.
24. Al término de la misa, el lector no procesa con el Evangelario. El Leccionario nunca se lleva en procesión. El lector podrá unirse a la procesión al final de la misa en el mismo orden que en la procesión al altar.
MINISTERIO DE MÚSICA
25. Parte integral de la celebración de la Palabra de Dios son el Salmo Responsorial y la Aclamación Antes del Evangelio (Aleluya, excepto en Cuaresma). La salmodia está diseñada para ser cantado y pierde gran parte de su belleza cuando se recita. El Salmo Responsorial es parte de la Liturgia de la Palabra y se canta o se lee desde el ambón. El salmo se puede cantar de diversas maneras – responsorialmente, antifonalmente o parte cantada / parte recitada. Es posible que los lectores necesiten consultar con los músicos de antemano para conocer cómo se realizara. (Introducción al Leccionario para la misa #20-22).
La Aclamación Antes del Evangelio es una aclamación que debe cantarse. "el Aleluya o el versículo antes del Evangelio, si no se canta, pueden ser omitidos” (Introducción al Leccionario para la misa #23; IGMR #63 ).
26. El liderazgo del ministerio de música pertenece adecuadamente a los músicos. Los lectores normalmente no funcionan como cantores del Salmo Responsorial y/o de la Aclamación Antes del Evangelio.
SILENCIO
27. A fin de que la Asamblea pueda meditar y reflexionar sobre la Palabra proclamada, se produce un período de silencio en cada una de las lecturas (Introducción al Leccionario de la Misa #28; IGMR #128).
Además, hay un período de silencio después del Salmo.
La Liturgia de la Palabra se ha de celebrar de manera que favorezca la meditación; y por esto, hay que evitar totalmente cualquier forma de apresuramiento que impida el recogimiento. El diálogo entre Dios y los hombres con la ayuda del Espíritu Santo, requiere unos breves momentos de silencio, acomodados a la asamblea presente, para que en ellos la Palabra de Dios sea acogida interiormente y se prepare la respuesta por medio de la oración.
Los tiempos apropiados para el silencio durante la liturgia de la Palabra son, por ejemplo, antes de que comience la liturgia, después de la primera y la segunda lectura, después de la homilía (Introducción al Leccionario para la misa #28).
ALGUNOS CONSEJOS ÚTILES
28. Los Ministros de la Palabra no deben añadir sus propias palabras a los textos. Las palabras del anuncio ("Lectura de...") y la conclusión ("Palabra de Dios") están destinadas a ser leídas exactamente como se imprimen en el leccionario.
29. Si se recita el Salmo Responsorial, el lector comienza la recitación con la antífona en el Leccionario. No es necesaria ninguna instrucción. No anuncies el "Salmo Responsorial".
30. El anuncio de la lectura ("Lectura de …") y el final, ("Palabra de Dios") deben distinguirse de la lectura misma. Los lectores hacen esta distinción observando una pausa de dos o tres segundos después de la primera y antes de la última frase. Ambos se declaran en un tono de hecho sin especial énfasis.
31. Cualquier cosa que pueda distraer de la Palabra proclamada o de la dignidad de este ministerio debe evitarse. Tales distracciones incluyen: apoyarse en el ambón, colocar las manos en los bolsillos, balancear un pie a otro, cualquier movimiento excesivo, usar ropa inapropiada o inmodesta o usar cualquier cosa que llame la atención sobre el lector.
32. El Lector o Lector del Evangelio no levanta el Leccionario o el Evangelario, al tiempo que dice: "La Palabra de Dios/Palabra del Señor."
ATUENDO
33. Los lectores visten (ropa apropiada y digna) de una manera que expresa la dignidad asociada con el papel de proclamar la Palabra de Dios. La ropa recreativa y atlética se considera inapropiada. El lector nunca debe vestirse ni hacer nada para llamar la atención sobre el/ella o sí mismo en cualquier momento (IGMR 339).
FORMACION
34. Los lectores deben estar familiarizados con los siguientes documentos:
• Sacrosanctum Concilium (Constitución sobre la Sagrada Liturgia de 1963)
• Dei Verbum (Constitución dogmática sobre La Divina Revelación 1965)
• Instrucciones generales del Misal Romano
(2011)
• Introducción General al Leccionario (1981)
• Verbum Domini (Exhortación Apostólica Post-Sinodal 2010)
• Aperuit Illis (Carta Apostólica que instituye el Domingo de la Palabra de Dios 2019
• Lectio Divina
• Reflexión de los evangelios
• Meditación sobre las Escrituras
• Clases bíblicas
CONCLUSION
"La Palabra de Dios, cuando es anunciada por la Iglesia y llevada a la práctica, ilumina a los fieles, por la actuación del Espíritu Santo y los arrastra a vivir en su totalidad el misterio del Señor " (Introducción al Leccionario para la misa #47).
"Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta entrare en su casa y cenaremos juntos.“ (Apocalipsis 3:20). Cristo Jesús está llamando a nuestra puerta en las palabras de la Sagrada Escritura. Si escuchamos su voz y abrimos las puertas de nuestras mentes y corazones, entonces él entrará en nuestras vidas y permanecerá siempre con nosotros.