Reflexión del Evangelio
En los desastres naturales, donde se pierden vidas humanas y algunos quedan vivos, nos sorprendemos y quizá pensamos, ¿Por qué estos se salvaron y los otros no? ¿Eran acaso mejores que los otros? ¿Fue un castigo para los que perdieron la vida? Sin embargo, sabemos que no es así. Nos quedamos como al principio, no hay respuesta. El Evangelio de hoy tiene momentos de reflexión profunda que implica que el corazón se convierta. Y la Palabra de Dios ayuda a madurar interiormente. La conversión es un proceso de madurar poco a poco en la fe, para enseguida dar frutos.
“La Cuaresma viene a despertarnos del letargo, de seguir adelante por inercia. Nos recuerda que podemos realizar algo nuevo en nosotros y en nuestro alrededor gracias a la bondad y misericordia de Dios, que siempre está dispuesto a perdonar” (Papa Francisco). Dios sigue esperando a que demos frutos buenos. Siempre nos tiene paciencia, una y otra ves nos espera. Cada año decide no cortar sino abonar y poner tierra nueva, y esperar. “Señor déjala un año más y mientas tanto cavaré alrededor y le hacharé abono. Puede ser que así de fruto en adelante y, si no, la cortas” (Lucas 13:8-9). Una nueva oportunidad para llevar a cabo lo que a Dios le gusta. Hacer justicia, hablar por los sin voz, dar tiempo de calidad a la familia y sobre todo ser menos irresponsables y menos violentos. Esas actitudes no nos llevan a ningún lado. ¡Dejemos que Dios nos abone en lo que necesitamos! ©LPi
Notas de Misa
General