Reflexión del Evangelio
Este pasaje de Mateo nos lleva a reflexionar sobre la importancia de la fe y de cómo la profesamos a lo largo de nuestra vida. Desarrollar la fe es un proceso que da comienzo el día de nuestro bautismo. En ese momento fue plantada la semilla de la fe. Ya de adultos, escuchar la Palabra de Dios nos ayuda a enfrentar las tormentas cotidianas. A veces se tambalea nuestra fe. Pareciera que nada vale la pena y es cuando acudimos al Señor, como Pedro en el Evangelio, y viene el grito de: ¡Sálvame, Señor! de la incertidumbre, del miedo y de la falta de paz en nuestras ciudades, en las familias y en nuestros corazones. A pesar de nuestra poca fe, queremos ser fieles a Jesús y sus enseñanzas. Solo él puede salvarnos.
Aunque vacile a causa de mis debilidades, tómame de tu mano y llévame hacia ti. Porque tú no eres un fantasma, eres el Hijo de Dios. Eres quien me tranquiliza, me da paz y serenidad para discernir, con la ayuda del Espíritu Santo, lo mejor para salvarme, para salvarnos en familia, en comunidad. Para eso tenemos su Palabra y la Iglesia que nos ayuda y guía en todos los tiempos. “Cerca está su salvación de los que le temen y habitará su Gloria en nuestra tierra. La Gracia y la Verdad se han encontrado, la Justicia y la Paz se han abrazado; de la tierra está brotando la verdad, y del cielo se asoma la justicia” (Salmo 85:10-12). La meta de este domingo de fe, es siempre confiar en el Señor y no en nosotros mismos. ©LPi
Notas de Misa
Ministerio de Musica - Aclamación Antes del Evangelio
Confío en el Señor, Mi alma espera y confía en su palabra.