Reflexión del Evangelio
Un domingo más que se nos habla de la fe. Ahora, mostrada en una mujer cananea que suplicaba para que su hija fuera curada. Recordemos que el pueblo cananeo, en tiempos de Jesús, era idólatra y primitivo. De ahí surge la mujer que, con gran insistencia, suplicaba a Jesús por su hija. Esta mujer era valiente, con una fe segura, y fue así que decidida se postra ante Jesús para seguir pidiendo: “¡Señor, ayúdame! Jesús le dijo: No se debe echar a los perros el pan de los hijos. La mujer contestó: Es verdad Señor, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces Jesús le dijo: Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo” (Mateo 15:25-28).
La mujer fue felicitada por Jesús, y es puesta como ejemplo para sus discípulos entonces, y para nosotros actualmente. “Cristo se mostraba indiferente hacia ella, no por rechazarle la misericordia, sino para inflamar su deseo” (San Agustín). ¿Qué haces tú cuándo estás en una necesidad? Gritas, suplicas de rodillas al Señor para que te escuche. Acuérdate que la oración viene según la fe. ¿Cómo mides tu fe? ¿Es débil, es fuerte, es constante? Buscas a Jesús en todo momento o solo en tiempos difíciles. El domingo pasado, Pedro al hundirse en el agua exclamó: “Señor, sálvame”. Hoy, la mujer cananea grita: “Señor, ayúdame”. El Señor, escucha y atiende al que persevera constantemente con fe y esperanza en la oración. Qué hermoso es escuchar: “Que se cumpla tu deseo”. ©LPi
Notas de Misa
Ministerio de Musica - Aclamación Antes del Evangelio
Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo.